Decisión

La rama del árbol crujió enfurecida en un gemido que se ahogo con la llegada de la luna, quién era ahora la única que lo alumbraba. Quizás era demasiado peso, pero aún así todo siguió estable porque el brazo de ese  árbol era lo suficientemente fuerte para poder con el. El viejo árbol estaba preparado para intentar que sus hojas renazcan con el regreso de la primavera que se aproximaba veloz, pero haciéndose desear por algunos, menos por él. Nunca supo porqué, pero desde que tenía uso de razón podía recordar que esa época del año le generaba rechazo, espanto tal vez, quizá fue por eso que eligió ese momento, a menos que hubiese sido una extraña coincidencia.
Miró el reloj y tomó el último mate. Los últimos gritos del invierno azotaron con fuerza esa noche y encendió la salamandra oxidada que había pertenecido a quien sabe quien. Se iba a la cama porque estaba harto de quemarse la cabeza con preguntas que nadie respondería y respuestas que nadie quería escuchar. Dormir, pastilla del olvido, pensaba que inconsciente no le trabajaban los sesos, muerto tampoco.
-Dormido para siempre- pensó varias veces, pero no se animó, nunca. Se convencía diciendo que era valiente y que resistiría. En el fondo sabía que lo único que lo detenía era la cobardía que vivía dentro suyo. No se aguantaba a sí mismo, sentía en el pecho una presión, como si no estuviera solo en la casa, y quería llegar a la cama para cerrar los ojos y morir durante un rato. Faltaban pocos pasos para el dormitorio y un golpe imaginario a su sensibilidad lo frenó, cuando intentó escaparse un golpe en la cabeza lo tumbo en el piso y marcó el final del único round.
Entrada la mañana, el cielo levantó el telón negro para darle el estelar al sol, que ahora contemplaba su cuerpo colgando de aquel viejo y triste árbol.